22 de junio de 2021

La Muralla Fundamentalista

Capítulo 4:

Los años Obama

Año 2010.

Tom no entendía nada.

Su hijo había vuelto de la universidad para celebrar el Día de acción de gracias en familia. Como todos los años, se dieron un paseo por el barrio después de comer el pavo. A pesar del viento frío y limpio del atardecer que les azotaba, sentía calor por dentro del cuerpo. Pero no era un calor agradable; era un calor provocado por el enfado. Aflojó la bufanda que tenía alrededor del cuello.

Tom todavía vivía en el mismo barrio que le vio crecer, pero el lugar había cambiado. Bueno, no tanto el barrio en sí —las casas blancas de una sola planta seguían allí—, sino la gente que vivía en él. Ahora, en frente de su casa, había una familia de mexicanos con interminables barbacoas y música ranchera a todo volumen que todavía, después de años, no hablaba ni una sola palabra del inglés. Justo al lado, una familia de negros. Los padres parecían respetables, gente trabajadora, pero sus dos hijos se vestían como si fuesen traficantes, con bandanas en la cabeza. Y luego, al final de la calle, las dos rechonchas aquellas con su pelo corto, sus camisas de cuadros y un bebé que había salido de vete tú a saber de dónde.

El motivo de la discusión con su hijo.

—Lo único que te estoy diciendo, hijo, es que desde que está Obaaama… — Tom gruñó cuando dijo el nombre, alargando las vocales.

—¿Pero no ves, Papá? Ni siquiera eres capaz de decir su nombre normal. No sé por qué le tienes tanta manía, de todas maneras.

—¿Que por qué le tengo manía? ¿A ese? ¿Al liberal keniano socialista? ¿A ese musulmán?  ¿Al que podría ser el mismo Anticristo? Anda ya…

El hijo se paró y dio una patada a una pila de ladrillos que estaba encima de la acera. Al hacerlo, se lastimó el pie. Los ladrillos apenas se movieron tras el impacto. Mientras se masajeaba la pierna, el hijo seguía hablando.

—Justamente a eso me refiero. Pareces un loco. Y se nota que solo ves The 700 Club, ni que fuese un medio de verdad…

Era incomprensible. Tom y su mujer habían hecho todo bien: habían escolarizado a su hijo en casa —un sacrificio tremendo de tiempo—, le habían inculcado los buenos valores cristianos —tarea nada fácil en los tiempos que corrían—, le habían protegido del mundo exterior… Y todo iba bien, hasta que se empeñó en ir a la universidad pública.

Ahora, trabajando en su doctorado, casi parecía uno de ellos, con sus ideas de progre y falta de respeto por el orden establecido.

Tom se quitó la bufanda del todo, sujetándola con la mano.

—Los otros medios mienten. Lo único que sé es que desde que está ese impresentable, el país ha dado la espalda a Dios y vamos rumbo hacia la destrucción.

—Pero ¿de qué estás hablando? ¿La destrucción, porque dos lesbianas sean madres?

Tom apretó los dientes. Apenas reconocía a su hijo.

¿Cómo le había salido así?

No, no entendía nada.

***

Jerry Falwell falleció en 2007, a la edad de 73 años. A lo largo de su vida, alcanzó a construir y consolidar su muralla y garantizar la lealtad de su legión de adeptos votantes al partido republicano. Con su muerte, otros querrían continuar con su legado. Y también poseer el mismo poder que en vida poseyó él.

Uno de sus hijos, Jerry Falwell Jr., le sucedió como director de Liberty University, y el otro, Jonathan Falwell, asumió el mando como predicador principal de su megaiglesia, que ya contaba con una congregación de unas 22.000 personas. Volveremos a ver a la familia Falwell en 2016, cuyo papel en las elecciones presidenciales resultaría clave.

Jerry Falwell, Jr.

Gage Skidmore from Surprise, AZ, United States of America,

CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons

Otro personaje que llenó el recién creado vacío de poder es el Dr. James Dobson, escritor y psicólogo fundamentalista. Ya había obtenido fama con la publicación de su libro Dare To Discipline (Atrévete a castigar) en 1970 (4,5 millones de ejemplares vendidos), en el que animaba a los padres a pegar a sus hijos con cinturones o varas y dejar dichos instrumentos encima de la cómoda de su cuarto para recordarles que no debían cuestionar su autoridad.

Dr. James Dobson
c.berlet/publiceye.org http://www.publiceye.org/gallery, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons

Asimismo, fundó un programa de radio, Focus on the Family (El enfoque en la familia), con 3.000 emisoras en Norteamérica y otras 4.130 en 160 países más, en el que hablaba de temas relacionados con el ámbito fundamentalista: la homosexualidad —a cuyos miembros comparaba con alcohólicos y pederastas—, el feminismo —la mujer debía quedarse en casa a cuidar de los hijos y no buscar empleo fuera—, etc.

A principios de los años 2000, The New York Times publicó que Dobson era «el dirigente evangelista más influyente del país» y Slate Magazine informó a sus lectores: «Olvídense de Jerry Falwell y Pat Robertson…[Dobson] ya tiene más seguidores que los que llegaron a tener Falwell y Robertson en su auge».

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
-Mateo 5:9

No obstante, pese a la afirmación de Slate Magazine, Robertson no caería en el olvido. Tras el 11-S, aprovechó de los sentimientos antiislámicos que aumentaban entre la población para hacer nuevas declaraciones polémicas y situarse así bajo el foco mediático. En 2006, declaró Robertson: «… [los musulmanes] vienen motivados por un poder demoniaco, es satánico…el objetivo del Islam…es dominar el mundo».

Ese mismo año, Dobson aseveró: «…12 millones de personas [musulmanas] quieren matarnos. Estamos en guerra, y va siendo hora de que lo reconozcamos».

Además de la oposición al aborto, la homosexualidad y el feminismo, provocar el miedo hacia la comunidad musulmana ya formaba parte del diálogo fundamentalista.

Dobson llegó en el momento justo porque, fuera de la muralla, se recrudecía la guerra. Tras los dos mandatos del evangelista y republicano George W. Bush, el demócrata Barack Obama, abiertamente progresista, había ganado las elecciones presidenciales con más votos que ningún otro candidato en la historia, demostrando así un cambio en la masa crítica de votantes estadounidenses y frustrando la visión del mundo ideal que tenían los Fundamentalistas.

Retrato oficial de Barack Obama

Obama no tardó en provocar la cólera de la muralla y se convirtió en su diana preferida.

El que habla verdad declara justicia; Mas el testigo mentiroso, engaño.
-Proverbios 12:17

Pat Robertson se preguntó en su programa The 700 Club si Obama era secretamente musulmán y pidió que Dios librara al país de su presidencia, mientras que Jerry Falwell hijo dijo que «cualquier candidato sería mucho mejor que Obama». Pero Dobson superó a todos sus coetáneos con la publicación en 2008 de una carta abierta titulada Carta desde el 2012 en la América de Obama, en la que advertía del futuro desalentador que les esperaba bajo el mandato del primer presidente afroamericano del país: médicos y enfermeros se verían obligados a practicar abortos, la eutanasia estaría a la orden del día, se producirían apagones masivos por restricciones medioambientales y delitos violentos por doquier debido a la restricción de las armas, se expondría a los hijos a la pornografía, se encarcelaría a cristianos por la existencia un Tribunal Supremo liberal y, finalmente, las buenas familias cristianas tendrían que exiliarse a Australia y Nueva Zelanda en su huida de este nuevo mundo distópico.

Una vez más, el miedo como impulsor.

En este punto, nació un nuevo movimiento político descentralizado, con sedes y filiales en todo el territorio estadounidense, pero de gran influencia dentro del partido republicano y en constante oposición a las políticas de la administración de Obama: el Tea Party. Su nombre venía dado por el Boston Tea Party de 1773, un acto de protesta en el que varios colonos volcaron cajas de té en la bahía de Boston para mostrar su descontento con los impuestos exigidos por la Corona británica.

Esta agrupación de personas, sin dirigente oficial —aunque algunos escritores citaron a Sarah Palin, candidata a la vicepresidencia en la carrera contra Obama en 2008, como su líder de facto—obraba con la creencia de actuar en la misma línea que sus ancestros colonos.

Imágenes del Tea Party
Gage Skidmore from Peoria, AZ, United States of America, CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons
 dalelanham, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons
dalelanham, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons
Gage Skidmore from Surprise, AZ, United States of America, CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons

Sarah Palin en un mitin del Tea Party de Iowa
IowaPolitics.com, CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons

A priori, su misión no era religiosa, sino que buscaba reducir el poder del gobierno federal. Pese a su naturaleza laica, los Fundamentalistas se sentían en casa entre sus filas; casi la mitad de ellos (44%) manifestaron su acuerdo con él.

Y es que el Tea Party, aparte de sus objetivos con respecto al gobierno, también era conservador en temas sociales. El 64% de ellos se oponía al matrimonio homosexual y el 59% afirmaba que el aborto debería ser ilegal en todos o en casi todos los casos. Esto casaba bien con la ideología de los Fundamentalistas.

Echa fuera al burlón, y también se acabarán las peleas. Los pleitos y los insultos desaparecerán.
-Proverbios 22:10

De manera oficial, esta organización no era racista, pues en el siglo XXI, la sociedad ya no aceptaba el racismo de forma abierta —de hecho, Bob Jones University había derogado por fin la prohibición de relaciones interraciales entre sus alumnos en el año 2000—. No obstante, en sus manifestaciones había carteles que retrataban a Obama como brujo indígena y rezaban lemas como «El congreso = esclavista, Contribuyente = negrata[1]» o «Un pueblo keniano reclama a su tonto: ¡Deportad a Obama!

Con respecto al presunto racismo de la organización, en 2010 declaró la fundadora del Tea Party de Fort Lauderdale, Florida: «Eso [la acusación] es muy patético. No conozco a nadie en el Tea Party que sea racista… [no hay muchos integrantes afroamericanos] pero eso es porque todos los negros votaron a Obama».

El año siguiente, una activista del Tea Party en California y miembro del comité republicano del Condado de Orange mandó esta imagen por correo electrónico a otros simpatizantes con el rótulo: «Ahora ya lo sabes–¡no hay acta de nacimiento![2]:

Uno de los ejes centrales del Tea Party era la creencia de que el gobierno de Obama abusaba de su poder al intentar adoptar verificaciones de antecedentes para los compradores de armas antes de autorizar su venta. Temían, sin fundamento, que la estrategia a largo plazo de Obama consistiera en requisar sus armas, cuya posesión era un derecho protegido por la segunda enmienda de la Constitución. A pesar de los más de 31.000 fallecimientos por razón de armas de fuego solo en 2010, el Tea Party reclamaba un modelo en el que cada ciudadano estuviese armado en todo momento, sin restricciones de ningún tipo. En su mayoría, los Evangelistas se alinearon con este concepto, con el 59% de ellos en oposición a controles más exhaustivos.

Esta postura de los votantes era idónea para el partido republicano, ya que, entre 2010 y 2015, había recibido 56 millones de dólares de la NRA (Asociación Nacional del Rifles, el lobby más importante para la defensa de la fabricación y venta de armas en aquel entonces.

Por otra parte, en su empeño por reducir el alcance del poder del gobierno, el Tea Party dedicaba gran parte de sus esfuerzos a oponerse a los planes de la administración Obama para regular las emisiones de dióxido de carbono. En 2010, más de la mitad de ellos manifestó su creencia de que el calentamiento global no tendría consecuencias graves en el futuro y el 8% negó directamente la existencia del cambio climático.

Guarda tu lengua del mal, Y tus labios de hablar engaño.
-Salmos 34:13

Aquí también los Fundamentalistas cerraron filas con el Tea Party, devolviendo el favor al partido republicano que tanto había respaldado sus causas conservadoras durante las últimas décadas. Pero en un contexto en el que el 97% de la comunidad científica daba por sentado la realidad del cambio climático y su origen, ¿cómo se consiguió su apoyo?

Sembrando dudas desde el púlpito.

Dijo Robertson en 2013: «Sube la temperatura en Marte, pero allí no hay coches grandes. ¿Cuál es la causa, entonces [de la subida]?

O Dobson, quien advirtió que el llamamiento a la acción para contrarrestar el cambio climático perjudicaba la unidad de los Evangelistas y suponía una distracción en detrimento de su oposición al aborto y el matrimonio homosexual.

En 2015, como prueba de la inexistencia del cambio climático, el senador republicano y Fundamentalista, James Inhofe, llevó una bola de nieve al senado y la lanzó dentro de la cámara, anunciando que hacía «mucho, pero mucho frío» fuera. La demostración práctica de este político, quien recibió casi medio millón de dólares de la industria petrolera en 2008, y la misma cantidad de nuevo en 2010, no les habrá parecido demasiado ridícula a sus votantes, pues sigue en funciones a día de hoy.

James Inhofe

Los Fundamentalistas, muchos de ellos escolarizados en casa y formados para desconfiar del mundo exterior —sobre todo, del gobierno y de los científicos no cristianos—, que vivían detrás de una muralla donde no llegaban los medios tradicionales ni informaciones de otras fuentes, cuya misma existencia consistía, en buena medida, en su afiliación republicana, aceptaban el mensaje anticientífico de sus dirigentes con entusiasmo. No hacerlo sería el equivalente a alinearse con los demócratas, los liberales, los no creyentes.

Y las cifras lo demuestran: en 2015, solo el 28% de los Evangelistas afirmaba que el planeta se calentaba a causa de actividad humana, el 33% sostenía que su calentamiento se debía a patrones naturales y el 37% rechazaba que el cambio climático estuviese ocurriendo.

Los Fundamentalistas apoyaban el descontrol de las armas y negaban el cambio climático porque tenían que acatar las directrices del partido. Porque su fe —a saber, su identidad— y su salvación eterna dependían de ello.

Esto también convenía al partido republicano, cuyos miembros desde 1990 habían recibido más de 2/3 de las donaciones políticas de los lobbies del sector petrolero. Solo en el año 2009, las industrias de petróleo, carbón y energía habían destinado 500 millones de dólares al partido del elefante.

Cuando advinieron las elecciones de 2016, el mundo terrorífico pronosticado por Dobson no había llegado a materializarse. El gobierno no había retirado las armas a nadie, no se practicaban abortos forzosos y ninguna familia se había visto obligada a huir a Oceanía. Sin embargo, los EE. UU. habían entrado en el Acuerdo de París, se había legalizado el matrimonio homosexual, se habían fortalecido las protecciones para personas homosexuales y transgénero sin exenciones para los religiosos… para desesperación de los Fundamentalistas, que no entendían la evolución del mundo exterior.

Como nuestro Tom.

En 2016 y, una vez más a través de las nuevas tecnologías, un hombre sabría plasmar esta desesperación, aprovechándose del racismo latente, el sentimiento anti musulmán, el afán por las armas, el escepticismo científico y el miedo al cambio demográfico, en una campaña presidencial que le coronaría el nuevo rey de la muralla. Y la corona sería una gorra de béisbol de color rojo, con el acrónimo MAGA bordado en blanco.

Gage Skidmore, CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons

***

—Nosotros no te criamos así, dijo Tom.

Su hijo le fulminó con la mirada.

—No, efectivamente, no me criasteis así.

Dio otra patada a los ladrillos en la acera, esta vez consiguiendo derrumbar el montoncito.

Sin mediar palabra, el hijo se dio la vuelta para desaparecer en la distancia.

Tom quería gritar, tanto le consumía la rabia por dentro. Rabia por su país, rabia por su hijo.

Rabia por el mundo en el que vivía.

Una rabia caliente.

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[1] En inglés original, n-ggar, quizá uno de los términos racistas más ofensivos para referirse a una persona de piel oscura

[2] En referencia al llamado birtherism, una conspiración desmentida según la cual Obama no sería ciudadano estadounidense

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