29 de junio de 2021
La Muralla Fundamentalista
Capítulo 5:
Trump, el nuevo rey
Año 2021. Enero.
Tom sopesaba el ladrillo que tenía en la mano.
Por fin podía hacer algo.
Las últimas semanas habían sido desgarradoras. ¿Cómo explicar la cólera que siente uno al ver que le están arrebatando su país? ¿Y que los culpables salen indemnes? Claro, con la ayuda de los malditos medios, era fácil. ¡Pero si se sabía que el fraude se había extendido por todo el país! Uno solo tenía que meterse en Facebook para verlo.
Esto no era el plan de Dios para los EE. UU. de América.
Pero ahora, tras semanas de desesperanza, Tom tenía una misión. Una misión bendecida por Dios y compartida con sus demás hermanos.
Los había conocido ayer, en la Marcha de Jericó, donde dieron las siete vueltas alrededor del Capitolio, tal y como hicieron los israelitas en aquella ciudad bíblica, infestada de pecado, antes de que la tomasen. Por primera vez en semanas, Tom sintió de nuevo orgullo de sus compatriotas.
Con la música de cuernos de cordero de fondo, Tom veía entre las miles de personas una gran cantidad de banderas, gorros rojos con su lema MAGA, fotos de Trump, carteles que rezaban “Donald vs Goliat…”
Por fin, no estaba solo en su rabia.
Al pasar a su lado, una mujer que llevaba un sombrero tricornio, como los primeros colonos americanos, le gritó casi divertida, «¡quítate la mascarilla, hombre!». Y Tom se la quitó. Total, lo más seguro es que el coronavirus se fabricase para controlar las elecciones.
Eso también lo había leído en Facebook.
En un momento dado, habló Alex Jones, el famoso presentador de la derecha, desde el escenario. Una ida y vuelta de energía entre el hombre y el público.
—¡Nunca nos rendiremos al Nuevo Orden Mundial globalista…! —gritó.
—¡Nooooo! —contestó la muchedumbre.
—¡…pederasta y satánico…!
—¡Nooooo!
—¡…con el cadáver de muerto viviente de Joe Biden!
—¡Nooooo!
—¡Nunca lo reconoceremos!
Tom se unió al rugido energético de la masa de gente.
Justo en ese momento pasó el mismo presidente Donald Trump por encima de ellos en su helicóptero. ¡Tan cerca que Tom casi podía tocarlo!
La multitud vitoreó con todavía más fervor al ver a su líder durante los treinta segundos sublimes en los que la sobrevoló.
Cuando se despidió, el organizador animó a los asistentes a pasar la noche en ayunas y a rezar antes de protestar la falsa investidura al día siguiente.
Así hizo Tom, y Dios le había recompensado con una visión en un sueño. Había visto a Trump, a su presidente, dentro de la Casa Blanca, sonriente y saludando a la gente con la mano. Y Tom había sentido paz.
Por eso, hoy de nuevo ante el Capitolio con sus hermanos de Cristo a su alrededor, Tom sabía que actuaba bajo los órdenes del Señor. La cólera que sentía era una cólera santa, una cólera para superar la impotencia que durante demasiado tiempo había sentido.
Con un grito, tiró el ladrillo que tenía en la mano hacia una ventana.
Se oyeron cristales rotos.
Con un berrido, Tom corrió con sus hermanos hacia el edificio.
Tenían que imponer la voluntad de Dios, les gustase a los pecadores a no.
***
En noviembre de 2016, Donald Trump ganó las elecciones y se convirtió en el 45mo presidente de los EE. UU., con el apoyo del 81% del voto evangelista. Comenzaba el reinado de un nuevo monarca sobre la muralla de los Fundamentalistas.
Retrato oficial del expresidente Donald Trump
¿Cómo pudo una mayoría aplastante de un colectivo cuyos valores supuestamente se basaban en la virtud y la rectitud votar a este hombre? Este hombre, casado tres veces, asociado con varias actrices pornográficas, negocios inmobiliarios turbios y falsas universidades, que había evitado el servicio militar alegando espolones en los talones para luego mofarse de la madre de un soldado fallecido, así como de la discapacidad de un periodista, que había alardeado en un vídeo famoso de cómo agarraba a las mujeres por sus partes íntimas —aunque, en sus palabras, en términos mucho más vulgares—, que había sido acusado de violación por múltiples mujeres…
¿Cómo pudieron los Fundamentalistas ver en él una luz brillante, una guía para el país que tanto deseaban que reflejase su particular visión moral?
Confluyeron dos circunstancias que sirvieron para que la opinión pública detrás de la muralla favoreciese a Trump: las debilidades de su oponente y el respaldo de algunos Fundamentalistas claves para el candidato republicano.
En primer lugar, pese a su larga trayectoria al servicio del pueblo, su contrincante, Hillary Clinton, era una candidata repudiada tanto por la izquierda como por la derecha.
Candidata demócrata Hillary Clinton
Objeto de difamación durante décadas, los ataques se intensificaron durante la campaña electoral. Circulaba una nueva versión de The Clinton Chronicles, en la que Larry Nichols alegaba que había trabajado como asesino a sueldo para quien fuera la primera dama y que era ella, y no su marido Bill, la que dirigía el tráfico de drogas y blanqueo de dinero de los que presuntamente era culpable su familia.
A esto se unió el escándalo de sus correos electrónicos, provocado por la utilización de su cuenta personal durante su paso por la administración de Obama, en lugar de optar por un servidor seguro. En una rueda de prensa en julio de 2016, Trump dijo: «Rusia, si nos escuchas, espero que puedas encontrar los 30.000 correos que faltan, creo que nuestra prensa te lo recompensará con creces.» Ese mismo día, piratas informáticos del país del Kremlin asaltaron las cuentas de Clinton y filtraron los datos confidenciales ahí encontrados.
Pero los rusos tenían objetivos todavía más ambiciosos y la nueva tecnología de las redes sociales les brindaba el medio perfecto para interferir en las elecciones estadounidenses a favor de Trump. Mediante personalidades inventadas con cuentas falsas dedicadas a los temas culturales más divisivos en el país —la inmigración, asuntos raciales, el aborto, etc.—, sembraban desinformación a diestra y siniestra. A modo ilustrativo pero no limitativo, produjeron 80.000 publicaciones en Facebook que llegaron de forma directa a 29 millones de estadounidenses, crearon una cuenta de Instagram con 300.000 seguidores y 28 millones de reacciones, y abrieron 3.841 cuentas en Twitter con 73 millones de interacciones. Una auténtica guerra digital, sin precedentes.
En segundo lugar, varias voces importantes dentro de la comunidad fundamentalista se alzaron a favor de Trump, el hombre que, antes de presentarse como candidato republicano, había sido miembro del partido demócrata. Un gran aliciente era su compañero de papeleta, Mike Pence, flagrante Fundamentalista abiertamente opuesto al aborto, la homosexualidad y la liberación de la mujer.
Retrato oficial del ex-vicepresidente Mike Pence
Pat Robertson disculpó a Trump por el vídeo vulgar en el que alardeaba de acosar a mujeres, al decir que era un ejemplo de «discurso de machos» y que Trump «era un fénix» que «vuelve con fuerza». James Dobson dijo que estaba convencido de que Trump, quien en 1999 decía estar a favor del aborto, había cambiado de verdad y era un auténtico evangelista que lucharía para ilegalizarlo. También publicó una carta abierta para respaldar su candidatura. Pero fue Jerry Falwell hijo quien realmente encabezó la carga, al pronunciar un discurso en la Convención Nacional Republicana, en el que hizo público su apoyo por el candidato. Se descubrió que hizo esto poco después de una reunión con Michael Cohen, el abogado personal de Trump por entonces. Volveremos a este momento más adelante.
Michael Cohen
The Circus, CC BY 3.0, via Wikimedia Commons
Otro defensor era Chris Mitchell, presentador en la cadena de Pat Robertson. En su programa, dijo que Trump había sido elegido por Dios y que era un Rey Ciro moderno[i]. Esta metáfora caló hondo en la comunidad evangelista y se repetía ad nauseum. Más adelante, una organización israelí, el Centro Educativo Mikdash, acuñó una moneda con la cara de Trump y del Rey Ciro, y el mismo Netanyahu hizo alusión a la historia bíblica en referencia a Trump en una ponencia.
En esta tesitura, la pregunta no es cómo pudieron votar los Fundamentalistas a Trump, sino cómo pudieron NO hacerlo. La selección era fácil: Clinton era malvada y Trump era el elegido de Dios. Poco importaban sus pecadillos, con tal de tener un hombre en la Casa Blanca que les entregara por fin el tipo de país en el que tanto ansiaban vivir.
Trump cumplió con sus expectativas. Derogó las regulaciones medioambientales de la administración de Obama, obviando el cambio hacia renovables y gas natural para priorizar el carbón. Participó en manifestaciones en contra del aborto y fue el primer presidente de la historia en hacerlo. Retiró las protecciones para el colectivo transgénero y prohibió su entrada en las Fuerzas Armadas. Se empeñó en construir un muro en la frontera sur —que nunca llegó a materializarse del todo— para restringir la entrada de mexicanos a los que tildó de delincuentes y violadores. Atacó en reiteradas ocasiones a Black Lives Matter (BLM), el movimiento popular que busca justicia racial. Y, quizá lo más importante para los Fundamentalistas, nombró a más de 200 jueces federales. Estos jueces ostentan sus cargos de por vida, mucho más allá del mandato del presidente que les nombra. Dan, por tanto, forma efectiva al poder judicial durante décadas y determinan el rumbo del país. Estos nuevos conservadores en el gobierno, para regocijo de los Fundamentalistas, podrían resultar decisivos en su lucha contra el aborto, entre otros asuntos.
Investidura del conservador juez Brett M. Kavanaugh, nominado de Trump, en el Tribunal Supremo
En octubre 2017, surgió otro movimiento a favor de Trump: QAnon. En resumidas cuentas, esta conspiración que se propagó con furia por internet defiende que Trump libra una guerra a escondidas contra un grupo de pederastas que ostenta el control sobre el mundo desde el gobierno, el mundo empresarial y los medios de comunicación. Según esta teoría, Trump declararía un día de juicio final y personajes reconocidos como Hillary Clinton serían detenidas y ejecutadas. Trump nunca ha confirmado si realmente cree en esta conspiración sin fundamento, pero lo cierto es que retuiteó a QAnon unas 216 veces.
Símbolo de QAnon
RootOfAllLight, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons
Hubo un solapamiento entre QAnon y los Fundamentalistas. El American Enterprise Institute descubrió que el 27% de ellos creyó que Trump luchaba contra una red secreta de prostitución infantil y la Universidad de Denison halló que el 50% de ellos estuvo de acuerdo o muy de acuerdo con las creencias de QAnon.
La teoría de QAnon es tan disparatada que incluso algunos republicanos condenaron su expansión dentro de la comunidad evangelista. Bill Haslam, republicano y exgobernador de Tennessee, dijo lo siguiente:
«Muchos predicadores me han comentado que no se pueden creer cómo se extiende la teoría de QAnon dentro de sus iglesias. Sus iglesias se han convertido en campos de batalla por muchas cosas que jamás se hubieran imaginado. No es tanto que los predicadores lo prediquen desde el púlpito —aunque estoy seguro de que también es así—sino que las personas entre su congregación se han convencido de que las teorías son un reflejo de su fe cristiana».
A principios de 2020, estalló la pandemia provocada por la COVID-19, con consecuencias mortales que no conocían fronteras y suponían un reto trágico para todos los gobiernos del mundo. No obstante, los seguidores de QAnon argumentaban que el coronavirus era una conspiración puesta en marcha por el mismo grupo de pederastas para controlar el planeta mediante las vacunas y el 5G. Cerca del 45% de la población evangelista afirmó que era poco probable que se vacunasen, dada su desconfianza hacia el gobierno y la ciencia, y la posibilidad de que la vacuna contuviese restos de fetos abortados —las vacunas no contienen restos humanos— como motivos para no hacerlo.
Este mismo año, Trump sugirió que una inyección de lejía podía ser eficaz como tratamiento para la COVID.
En agosto de 2020, Jerry Falwell Jr. se vio obligado a dimitir como presidente de la universidad que había heredado de su padre. El dirigente de toda una institución conocida por sus estrictos códigos morales había empezado a llamar la atención por una publicación en Instagram de una foto, en la que sale con una mujer que no era su esposa, con la bragueta abierta. Un poco más tarde, Giancarlo Granda, un joven que había conocido a los Falwell mientras limpiaba la piscina de su hotel, concedió una explosiva entrevista a Reuters. En ella, contó que había mantenido una relación de naturaleza sexual con Becki Falwell, la esposa de Jerry, durante siete años, en la que era habitual que Jerry se quedase sentado en un rincón a mirar mientras copulaban.
En lo que solo puede ser una terrible casualidad, se filtró una grabación de Michael Cohen —el abogado de Trump, posteriormente condenado a tres años de cárcel por mentir al Congreso y violación de la ley electoral—, en la que Falwell pide su ayuda para eliminar «fotos picantes y personales, [del tipo que habitualmente] se quedaría entre un hombre y su esposa». Fue después de acceder a su petición que Falwell anunció de forma pública su apoyo por la candidatura de Trump, canalizando así también los votos de sus millones de seguidores que tanto apreciaban su juicio político, presuntamente fundamentado en criterios bíblicos.
Jerry Falwell Jr. con Donald Trump en un acto de Liberty University
En noviembre de 2020, el demócrata Joe Biden ganó las elecciones presidenciales. Sin embargo, Trump decidió directamente no aceptar los resultados de los escrutinios democráticos, por supuesto fraude electoral, sin ningún tipo de prueba. «No se van a hacer con la Casa Blanca, vamos a luchar como locos», dijo el perdedor de las elecciones. El día de la investidura de Biden, el 6 de enero 2021, continuó en un mitin para sus seguidores: «Hemos ganado estas elecciones, y eso con una mayoría aplastante…vamos a frenar este robo…nunca nos rendiremos, no las reconoceremos… si no luchamos como locos, ya no tendremos país». Tras animar a la multitud a personarse en el Capitolio para detener la certificación de las elecciones, una multitud asaltó el edificio, franqueó las barreras de seguridad y participó en enfrentamientos violentos con la policía. Accedieron a través de ventanas y puertas rotas, sabotearon y robaron objetos del interior y dejaron un saldo de cinco fallecidos.
El asedio al Capitolio
Tyler Merbler from USA, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons
Antes de iniciar el ataque, la muchedumbre se había arrodillado para rezar en grupo. Tenían pancartas de todo tipo: algunas de QAnon, y otras de índole religiosa que rezaban Jesús Salva y Jesús 2020. También había banderas cristianas y grandes cruces de madera. Algunos participantes organizaron una «Marcha de Jericó», en la que tocaban shofars[ii] mientras rodeaban el edificio, en una recreación del asedio de los israelitas de Jericó.
Todo esto pone de manifiesto el componente religioso del ataque. Estos Fundamentalistas, como nuestro Tom, no querían renunciar al ideal de un país que su presidente, Donald Trump, por fin había empezado a manifestar. En lugar de aceptar los resultados electorales y la voz del pueblo, recurrieron a la violencia para intentar imponer el mundo en el que deseaban vivir. Cualquier cosa para evitar cuatro años de mandato demócrata.
No obstante, a pesar de todo, se hizo justicia y Biden, quien es ahora el presidente de los EE. UU., se halla instalado en la Casa Blanca.
Retrato oficial del Presidente Joe Biden
Los habitantes de la muralla creían que su nuevo rey iba de camino a transformar el país en su ansiada tierra prometida. En realidad, bajo su mando, los ladrillos, ya de por sí corrompidos, empezaron a desmoronarse.
Hoy día, vemos fracturas en la muralla.
Miraremos las fracturas en la conclusión a esta serie.
***
Su cara aplastada contra los azulejos lisos del suelo frío, Tom notaba cómo el sabor a pimienta ácida le pasaba por la boca antes de entrar en sus pulmones. Una vez allí, el gas lacrimógeno le cortaba la respiración en una contracción dolorosa del aparato respiratorio.
Los gritos cargados de pánico a su alrededor hacían eco en la enorme sala.
Había un cuerpo a su lado que Tom apenas conseguía vislumbrar en la confusión. No sabía si seguía con vida o no. Tampoco quería tocarlo para descubrirlo.
Tom sintió el peso de quien tenía que ser un soldado encima de su espalda, inmovilizándole.
—No puede ser, no puede ser, no puede ser, no puede ser… — susurró Tom.
¿Por qué, si la suya era una misión ungida por Dios, había acabado en fracaso?
Mientras el hombre le esposaba, apretó los dientes.
6/7/2021. Conclusión. ¿Se puede derrumbar la muralla?
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[i] Ciro el Grande era un rey persa que puso fin al periodo de cautiverio de los israelitas en Babilonia. Aunque no creyente, se le considera un instrumento de Dios; de ahí la comparación con Trump.
[ii] Tradicional cuerno musical de la cultura judía.